SALVE DE DESPEDIDA - Artículo de Santiago Padilla publicado en Huelvainformación el pasado 12 de mayo
En medio de un ir y venir de gentes, el silencio y la mudez se ha adueñado de todo, de cada rincón del pueblo, porque también es manifestación y expresión de la oración rociera. La predisposición mental y corporal a vivir este otro momento único e irrepetible, que marca el rito de Tu Venida. Una experiencia que nos puede, que nos supera, que nos viene marcada por la tradición inveterada de un pueblo. Que sella y lacra para siempre este reloj particular de la vida de los hijos de Almonte.
Maldito sea el tiempo que lo desgarra todo. Ayer era nuestro mayor aliado, y hoy nuestro más funesto enemigo. Maldita la hora de tu inevitable despedida. Contraproducente y dañina la medida que en minutos y segundos escapa al control de la voluntad de este preciso momento. Ahora que ya todo es imparable, qué corren lágrimas liberadas por las mejillas, como jinetes desbocados al viento; qué el murmullo es un coro de suspiros, como único alivio de las almas. Ahora que el tiempo es un toro que recibimos a portagayola… Ahora que todo queda en suspenso... Por minutos inalterado, por segundos inacabado, por momentos seriado en una sucesión prolongada de imágenes, de circunstancias e instantes vividos, a lo largo de estos tres trimestres.
Ahora… brota de nuestra alma esta última y sentida Salve de despedida. Salve por tus mayores, por los sabios de nuestro pueblo, curtidos a fuerza de vivir y vivir; el árbol que nos cobija, las raíces que nos fijan a este terruño, los que nos enseñaron a quererte y a venerarte; hoy presos, inevitablemente, de la duda cierta de no volver a verte por las calles de Almonte. Salve por los niños que han vivido en estos nueve meses una de las lecciones rocieras más intensas y fecundas de sus vidas, una lección magistral de amor a su Patrona; para que sean el relevo esperanzador de un futuro mejor para nuestro pueblo y para tu devoción multisecular. Salve por los jóvenes y adolescentes que se asoman al vértigo y al desánimo de la hora presente. Por tus adultos que soportan el peso de nuestra sociedad, para que no pierdan el pulso de este momento tan difícil y comprometido que nos ha tocado vivir. Salve por nuestros muertos, por los que con dolor agravado y esperanza despedimos estos últimos meses, y que hoy confiamos disfrutan ya de tu presencia en las marismas eternas del cielo. Y salve al fin, por las semillas de vida que se han gestado a lo largo de estos nueve meses; que ya han vibrado por ti en las entrañas maternas, y que son el mejor signo del amor y de la esperanza con el que tú nos bendices; el brote más enternecedor de este tronco devocional, que esta mañana queremos compartir con todos los buenos rocieros, que hoy se hacen solidarios de nuestros sentimientos, de nuestros pesares y alegrías. Sigue siendo siempre y por siempre, nuestra abogada, nuestra intercesora, Madre del Rocío. tú, la gratia plena. Salve.
Santiago Padilla
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